Con el paso de los días, Rafaela mostró signos de mejoría. Sus médicos le recomendaron reposo y tranquilidad. Una semana después, ya estaba de regreso en casa, poniéndose al tanto de lo ocurrido en su ausencia. Isabel, sin embargo, no podía quitarse la preocupación de la cabeza. Temía que la llegada de su madre atrajera nuevamente a John y que su salud volviera a deteriorarse.
Mientras tanto, Michael continuaba con su investigación sobre la familia Martín, pero no encontraba información relevante. Parecía que esa familia había surgido de la nada, pero poco a poco empezó a sacar sus propias conclusiones.
Entonces, una nueva luz trajo esperanza a la familia.
El llanto de un bebé rompió el silencio de la madrugada.
—¡Un varón! —resonó la voz del médico.
Era un hermoso niño, fruto del amor entre Pedro y Juliana.
Desgraciadamente, su padre seguía en estado de coma. Pero el pequeño, de tez trigueña, se parecía más a Pedro que a su madre. Juliana, con lágrimas en los ojos, sonrió con ternura