SIENNA

Me doy cuenta de que lo estoy observando demasiado. Lo noto cuando sus ojos se cruzan con los míos, y tengo que bajar la mirada como si me hubieran atrapado haciendo algo indebido. La copa de vino tintinea apenas cuando la levanto, pero no bebo. Solo necesito algo que me mantenga ocupada mientras pienso cómo demonios terminamos hablando de todo esto.

No es solo lo que Massimo dice, sino cómo lo dice. Como si cada palabra le costara. Como si tuviera que desenterrarlas de un lugar que preferiría no visitar. Y sin embargo, aquí está. Sentado frente a mí en medio de un jardín alumbrado por velas y luces tenues, hablándome de sus heridas como si no le pesaran. Pero yo sé que le pesan.

Trago saliva, no por nerviosismo, sino porque hay una parte de mí que necesita saber más. Y me odio un poco por eso.

— ¿Y ahora qué quieres? —pregunto de pronto, sin pensarlo demasiado, porque si lo pienso demasiado, no lo digo. Y lo digo porque necesito salir del pasado por un segundo. Porque hablar d