—¿Y ahora qué quieres, Martha?— preguntó de malhumor sin apartar la vista de la máquina de escribir — Que sea rápido, por favor. Estoy ocupado.
Martha se encogió de hombros sin inmutarse. Ya lo conocía lo suficiente como para saber con exactitud cómo tratarlo.—Solo he pasado a saludar antes de irme a dormir.— informó como si el asunto no fuera de importancia — Conociéndote, asumí que estarías despierto… después de esa intrigante visita…Decir aquello, fue todo lo que necesitó para dar rienda suelta a la vulnerabilidad de Damián. En silencio, vio apartarse un poco de la máquina de escribir, como si , milagrosamente, se hubiese olvidado de ella. Se lo podía notar demasiado cansado y preocupado por algo. Aunque por fuera ella aparentaba decinteres, por dentro comenzaba a sentir la urgencia de apurarlo para que se dejara de tanto misterio y soltara la sopa de una buena vez.Pero no dijo nada. Al contrario, esperó con paciencia a