Tan tuyo, tan mía (3era. Parte)
Días después
Barcelona, España
Karina
Después de despedirnos de la familia de Lance, con abrazos cálidos, risas y promesas de volver pronto, nos subimos al auto de Alejandra. Ella se pone al volante mientras yo me acomodo junto a ella, y Lance, agotado, pero aún sonriente, se recuesta en el asiento trasero, con los ojos cerrados y respirando profundo, como si la última semana lo hubiera dejado sin aliento.
—No puedo creer que ya nos vayamos —susurro a Alejandra, acomodándome el cabello y mirando por la ventana cómo la ciudad se va quedando atrás.
—Tranquila, Karina —responde ella, con esa sonrisa que siempre parece saberlo todo—. Lo bueno de Barcelona es que cada vuelta es una sorpresa. Prometo que no te vas a aburrir.
Me río suavemente, mientras siento la brisa colarse por la ventana entreabierta. A mi lado, Alejandra me habla de restaurantes, barrios y anécdotas de su vida en la ciudad, y no puedo evitar mirar de reojo a Lance, durmiendo tan tranquilo, tan confiado. Su pecho sube y b