Sofía estaba a punto de dejar caer los cafés, huir de aquel lugar le parecía la mejor opción, aunque nunca se creyó una cobarde, sin embargo, en ese momento no quería escuchar, no quería ver, no quería respirar, en ese segundo Sofía, no quería existir.
—Claro que no es difícil de elegir. —la voz segura y casi aburrida de Alexander le helo la sangre, los miedos y las dudas la cubrieron al completo en una milésima de segundo, ¿realmente había sido tan incauta como para creer que un hombre como el gran CEO de Lumia Entertainment se fijaría en ella?, mejor dicho, ¿era tan ilusa como para creer que alguien la amaría?
—Sabía que eras una persona muy racional. —dijo a modo de despedida Liam, y Sofía casi que pudo escuchar la silla moverse cuando lo empresario se puso en pie, era ahora o nunca, debía moverse, debía irse, debía… tratar de seguir viviendo con el despojo de corazón que le quedaría de hoy en adelante.
—Claro que soy una persona racional, eso no debe de dudarlo jamás, por eso mism