Sofía no comprendía qué era lo que sucedía, Adrián no tenía un hermano gemelo, eso era imposible, Bautista no podía estar equivocado al señalarlo como el amigo de Lucrecia, y por supuesto ella estaba convencida de lo que había escuchado unos días antes por teléfono, y aun así, no podía entender qué era lo que sucedía.

—Mamá Sofía, ¿estás bien?

Por primera vez desde que Bautista la había llamado mamá, Sofía sonrió, no sentía que estaba usurpando el lugar de Lucrecia, porque Bautista no la llamó simplemente mamá, sino que hizo la distinción al sumar el nombre de la rubia, y para ella eso estaba bien, no estaba interesada en competir con Lucrecia por la atención de Bautista y mucho menos por su amor, aunque claro que estaba dispuesta a compartir todo aquello.

—Claro que sí pequeño, no tienes nada de qué preocuparte. —Sofía no pensaba pedirle a Bautista que no hablara sobre la conversación que acababan de tener, si había algo que jamás le pediría a un niño sería el mentir, u ocultar la ve