Capítulo Setenta y ocho.
Las luces centellaban, volviendo casi día a la noche, aún a la distancia en la que estaba, aún dentro de la protección de la mansión Thompson, Sofía se sentía vigilada, aunque no entendía qué era lo que los periodistas buscaban ahora.
—En verdad, los Bach son una basura, una verdadera mierda, lo más bajo que puede existir... —Alexander comenzó a despotricar, decir que estaba furioso era quedarse cortos, en verdad el CEO tenía ganas de matar a alguien.
—¡Alexander! —gritó Sofía y solo entonces el CEO recordó de que su esposa era una Bach, una no reconocida claro, pero no por eso dejaba de ser Bach. —¿Puedes dejar de maldecir a medio mundo y explicarme qué es lo que sucede?
—¡¿Qué es esta porquería que sale en mi teléfono?! —gritó más que escandalizada Aria, corriendo cual niña por las escaleras con su móvil en mano, agitándolo de un lado hacia el otro.
—Es una burda mentira, es un rumor que los Bach echaron a correr. —Sofía vio de forma interrogante a Alexander, mientras el rostro de