Capítulo Ochenta y tres

—¡¿Qué?!— Sofía no solamente gritó, su trasero se levantó cual resorte de la cama, y Aria dio un paso atrás, sin saber muy bien si Sofía se desmayaría o arremetería contra ella.

—Te diría que lo siento, pero sería mentir. —confesó con las mejillas ruborizadas, y Sofía comenzó a mover su boca cual pez fuera del agua. —Si te sirve de consuelo no sabía que era tu papá hasta después, aunque si debo ser honesta tampoco como que me importo mucho. —no era soberbia era honestidad, y eso fue algo que hizo reír a Sofía, quizás de los mismos nervios, porque ya se imaginaba que Alexander se volvería loco si llegaba a saber aquello.

—¿Cómo fue que…? ¿cómo demonios es que terminaste en la cama con mi padre?—podía no querer ser reconocida como una Bach, porque era un apellido que pesaba demasiado, era un apellido que venía con leyes y condiciones establecidas, mismas que Sofía no estaba dispuesta a cumplir, tampoco diría que sentía empatía y mucho menos querer por Dylan, no luego de lo que le había
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