Aria había estado en todo el camino en silencio, hasta que finalmente el vehículo de Dylan se detuvo en una pequeña mansión, o una gran casa, dependiendo de qué forma se la mirase, aunque Aria de algo estaba segura, ese lugar valía millones, su fachada blanca era decorada por rosas y el jardín delantero, y el césped estaba dividido por un camino de piedras, su arquitectura era distinta a las demás mansiones que la rodeaban, destacando de una forma grata.
—Es nuestro vecindario, es territorio Bach, aquí no importa lo que hagas, ningún periodista puede ingresar, y sí lo hace, permanecerá aquí por siempre.
Un escalofrío subió por la espalda de la joven, pero no pensaba perder tiempo en indagar a qué se refería a Dylan con aquellas palabras, aunque lo suponía.
—Esto es… horrible. —terminó diciendo la joven una vez que estuvo dentro de la morada del mayor, quien simplemente suspiró.
—Riny tenía un gusto peculiar para decorar.
—Comprendo.
Se limitó a decir Aria, mientras sus ojos vagaban po