Manuel, ante su mirada se molestó, después de que Damiánlo advirtiera, no había podido verla, relajó su vigilancia un poco, y Marcus le envió el nombre del hotel en el que se quedaban.
—Necesito que te quedes conmigo. Si tú no estás no encuentro el sentido a todo lo que he trabajado. Y a todas las promesas que te hice.
Miranda frunció el ceño y lo miró como si fuera un idiota. Mientras una risa estridente llamó su atención.
—Jajajajajaja ¿De verdad?
La chillona voz de Raquel hizo que muchos giraran la vista hacia ellos. Se reía tanto y tan ruidosamente que se agarro el estómago y se limpio las lagrimas.
—¡Qué sinvergüenza eres! ¡Te acuestas con cualquier hija de vecina! ¡¿Y vienes a jurarle amor eterno?! Eres un asco—. Ella se acerco a su amiga, y la tomó de la mano para llevársela. Manuel apretó su agarre en la muñeca de Miranda y no la soltó.
Ambas se molestaron y Miranda por fin le habló de manera directa y clara.
—No quiero saber nada de ti.
Manuel sintió como si su enojo