A las ocho de la mañana siguiente, Luca estaba sentado frente a Marco Delgado en una oficina discreta del distrito de Gràcia. Marco era el investigador privado más reputado de Barcelona, conocido por su meticulosidad y absoluta discreción.

—Necesito que investigues a alguien. Rápido y a fondo.

Marco abrió su libreta sin mostrar sorpresa. Treinta años en el negocio le habían enseñado a no reaccionar ante nada.

—Nombre.

—Lucía Fernández. Veinticinco años. Vive en Eixample. Modelo freelance, trabajos ocasionales en relaciones públicas.

—¿Qué necesitas saber?

—Todo. Historial financiero. Relaciones durante los últimos dos meses. Con quién ha estado, dónde. Registros de llamadas si puedes conseguirlos.

Marco garabateó notas.

—¿Contexto?

—Afirma estar embarazada de mi hijo. Siete semanas. Necesito saber si el bebé es realmente de Matteo o si hay otros hombres involucrados.

—¿Tiempo?

—Tres días. Te pago el triple de tu tarifa.

—Hecho. Tendré algo en cuarenta y ocho horas.

Mientras Marco traba