Capítulo 96– El Veneno en la SombraLa noche olía a pólvora.A traición.A un desastre cocinándose a fuego lento.Fabricio acomodó los papeles sobre la mesa del pequeño apartamento ,unos papeles que no servirían de nada , mientras Virginia, ilusionada como una chiquilina, terminaba de contarle cómo había conseguido las llaves maestras.—¡Fabricio! —susurró, con los ojos brillando de emoción—. ¡El guardia es un idiota! Solo tuve que inventarle un mareo, hacerme la agradecida por el vaso de agua... Un bolso mal cerrado... ¡Y listo! Ya tenemos la llave. Esta noche, la oficina de Anahir Montes va a ser nuestra.Fabricio la miró sin disimular su sonrisa torcida.La misma sonrisa que reservaba para los peones del tablero que ni siquiera sabían que ya estaban muertos.Virginia.Tan fácil de manejar como un títere con hilos de seda."Lo que hace una mujer enamorada...", pensó con desprecio.Una idiota enamorada.Se contuvo para no reírse en su cara.La había visto meses atrás, sola, amargada
Capítulo – El Estallido de un Amor Traicionado Nicolás había terminado de revisar todo. No había pérdidas. No había alarmas sonando. No había nada fuera de lugar ,mando un mensaje a su esposa que daría otra mirada por las dudas y subiría enseguida. Solo el eco vacío de un edificio que parecía sostener el aliento. Hasta que, al regresar por el mismo pasillo, algo llamó su atención . La puerta de la oficina de Anahir estaba entreabierta. Frunció el ceño de inmediato. No era normal. Anahir no bajaba a esas horas sin avisar. Y no había personal autorizado en esas áreas esa noche y menos un viernes. Con los latidos retumbándole en los oídos, apoyó la mano en el picaporte. Lo empujó suavemente… Y lo que vio lo dejó petrificado. Allí, sentada en su sillón de cuero, estaba Virginia. Semidesnuda en una posición provocadora. Con una sonrisa venenosa en los labios, las piernas largas escarranchadas como una gata en celo, y el perfume denso impregnando el aire.
Capítulo – Corriendo Tras su LuzLa puerta todavía se balanceaba tras el portazo cuando Nicolás reaccionó.El eco del cachetazo seguía ardiendo, no solo en su mejilla, sino en lo más profundo de su alma.No podía quedarse ahí. No podía dejar que pensara lo peor.No podía dejarla ir… no sin pelear.—¡Ana! —gritó, saliendo como un rayo por el pasillo iluminado apenas por las luces de emergencia.Todo seguía su curso afuera: la música elegante de la fiesta de inversores, las copas tintineando, las sonrisas falsas de quienes ignoraban que, para él, el mundo acababa de desplomarse.Pero Nicolás ya no escuchaba nada.Solo el eco de su nombre quebrándose en sus labios.Solo la imagen de Anahir alejándose, herida, traicionada.Corrió esquivando a los invitados desconcertados, a los trabajadores que ni se atrevían a detenerlo.El celular vibraba en su bolsillo, y mientras bajaba las escaleras de dos en dos, sacó el aparato con manos temblorosas.Llamadas. Mensajes. Nada.El número de Anahir ib
Capítulo 99 – Las Valijas del DolorLa noche había caído sobre la ciudad como un manto espeso.Las luces de los autos pasaban rápidas en la calle, indiferentes al dolor que estallaba dentro del pecho de Nicolás Martínez.Condujo como un autómata hasta el apartamento que compartía con Anahir.Cada kilómetro era un latido más violento, una súplica muda:"Que no me haya dejado. Que no me haya dejado. Que no me haya dejado."Pero cuando abrió la puerta…El mundo volvió a quebrarse.Allí, en medio de la sala, estaban sus valijas.Dos grandes. Una de mano.Todo perfectamente doblado, cada recuerdo, cada pedazo de vida.Cada camisa, cada ropa de trabajo, cada zapato que ella le insistía en ordenar en el placard.Todo, empaquetado como un cierre definitivo.Nicolás avanzó dos pasos, el eco de sus botas resonando en el vacío.Y entonces la vio.Sobre la valija principal, descansando como un testigo cruel:el contrato matrimonial.La hoja que una vez firmaron en un impulso desesperado, ahora lu
Capítulo – La Caída de VirginiaVirginia esperó en el café durante casi una hora, clavada en la silla como un fantasma.Allí, donde habían quedado con Fabricio para verse.Allí, donde el corazón se le retorcía en el pecho a cada segundo.Cada vez que sonaba la campanita de la puerta, levantaba la cabeza.Cada vez, buscaba su figura entre los desconocidos.Pero Fabricio no aparecía.Ni un mensaje.Ni una llamada.Nada.Finalmente, no pudo más.Sacó el celular, temblando de nervios.Marcó su número.Un tono.Después, el contestador.Otra vez. Y otra.Hasta que el teléfono dejó de sonar directamente.Fue entonces cuando sintió ese vacío en el estómago.No era miedo.No era enojo.Era una certeza helada, cruel: la había abandonado.Salió del café como una ráfaga, caminando rápido, desesperada.Atravesó calles, esquinas, semáforos que no veía.Subió las escaleras de su edificio a los tropezones.Cuando abrió la puerta de su casa, un frío la recibió.No había nadie.No había rastros.Ahí do
Capítulo 101 – Entre Mates y VerdadesEl sábado amaneció tibio, con el cielo despejado y el canto perezoso de los gorriones en la vereda.Anahir se había quedado a dormir en la casa de Silvia. No tenía fuerzas para enfrentar su propia soledad aquella noche. Y su amiga, como buena hermana de la vida, no lo había dudado: le preparó la cama, le prestó ropa cómoda, y le dio el espacio que necesitaba para respirar.Esa mañana, entre risas apagadas y movimientos lentos, improvisaron un mate en la cocina.Silvia le alcanzó a Anahir una calza negra y una remera ancha de algodón.Ella, en short deportivo y buzo viejo, parecía más una adolescente que una mujer que había visto suficientes traiciones como para escribir un manual.—Ponete cómoda —le dijo, cebando el primer mate—. Hoy no vamos a llorar. Hoy vamos a pensar.Anahir esbozó una sonrisa apenas. El gesto le dolió más de lo que hubiera querido admitir.Se sentaron en la mesa de la cocina. El mate humeaba entre las dos como un testigo sile
Capítulo 102 – Hasta Debajo de las PiedrasEl sábado amaneció, pero para Nicolás Martínez la noche nunca había terminado.No había dormido nada . No podía.Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Anahir alejándose, herida, rota por algo que él no había cometido, pero que debía corregir.Por ella.Por todos.Había pasado toda la madrugada revisando papeles, mensajes, registros de personal. Buscando un hilo, una pista, un maldito error que pudiera atar a Fabricio Castiglioni y Virginia a la trampa que casi lo destruye todo.Y entonces, a las siete de la mañana, Fabián golpeó su puerta.—¿Listo? —preguntó.Nicolás asintió. Los ojos le ardían de falta de sueño, pero el fuego que ardía en su pecho era más fuerte.**Fueron directamente al edificio donde, según algunos datos cruzados, vivía Virginia.En la recepción, un guardia viejo, de mirada cansada, los atendió de inmediato.—¿Ustedes buscan a Fabricio Castiglioni, no? pensando que eran los cobradores que venían y el no los rec
Capítulo 94 – Cazando a la SerpienteEl domingo amaneció plomizo, cargado de humedad y presagios.Pero Nicolás no aflojó.A las ocho de la mañana, el detective que habían contratado mandó el mensaje:"Lo tenemos. Barrio Las Piedras. Casa azul, sin número. Vive con un tal Pipo."No se acercaron.No actuaron por impulso,habían esperado tanto tiempo por este momento que no era nada esperar unas horas más .Ahora Nicolás jugaba como lo que era el verdadero empresario ,con inteligencia, no sólo con fuerza.Mientras la denuncia por fraude, estafa y malversación de fondos se terminaba de presentar, ellos vigilaban. Tuvieron que pedir algunos favores pero era necesario,nada fuera de la Ley.Desde una esquina oscura, en el auto, vieron la casa donde estaba Fabricio Castiglioni ,este salía de vez en cuando, tambaleándose, flaco, desaliñado y sucio.No quedaba nada del "ingeniero brillante" que fingía ser.Fabián sacó fotos discretamente.El detective mantuvo el monitoreo y no se movieron del l