Capítulo 96– El Veneno en la Sombra
La noche olía a pólvora.
A traición.
A un desastre cocinándose a fuego lento.
Fabricio acomodó los papeles sobre la mesa del pequeño apartamento ,unos papeles que no servirían de nada , mientras Virginia, ilusionada como una chiquilina, terminaba de contarle cómo había conseguido las llaves maestras.
—¡Fabricio! —susurró, con los ojos brillando de emoción—. ¡El guardia es un idiota! Solo tuve que inventarle un mareo, hacerme la agradecida por el vaso de agua... Un bolso mal cerrado... ¡Y listo! Ya tenemos la llave. Esta noche, la oficina de Anahir Montes va a ser nuestra.
Fabricio la miró sin disimular su sonrisa torcida.
La misma sonrisa que reservaba para los peones del tablero que ni siquiera sabían que ya estaban muertos.
Virginia.
Tan fácil de manejar como un títere con hilos de seda.
"Lo que hace una mujer enamorada...", pensó con desprecio.
Una idiota enamorada.
Se contuvo para no reírse en su cara.
La había visto meses atrás, sola, amargada