Capitulo :Planeando el accidente
La oficina estaba impregnada de humo, cansancio y ambición mal disimulada. Fabricio caminaba de un lado al otro, girando el vaso de whisky vacío en la mano. Raúl, cómodo en su sillón gastado, seguía sus pasos con la mirada, paciente, como un perro que espera la orden de su amo.
—Lo vamos a hacer —soltó finalmente Fabricio, rompiendo el silencio espeso de la habitación—. Pero bien. Sin margen de error.
Raúl levantó las cejas.
—¿De qué estamos hablando?
—De lo que hace falta, Raúl. Necesitamos a alguien que no figure, que entre como peón, uno de afuera, sin lazos con la obra, sin apego. Uno de esos que sobran en la vuelta. Y que por unas monedas hace lo que sea.
Raúl chasqueó la lengua, ya sabiendo por dónde iba.
—Siempre hay alguno —dijo, relajado—. Conozco varios que bailan por dos billetes.
Fabricio detuvo su paso y lo miró fijo.
—Perfecto. Lo quiero adentro el lunes. Que pase desapercibido. Que nadie lo cuestione. Vos te encargás de que sea creíble.