Capítulo — La Grabación de la Traición
El sol del mediodía se estrellaba contra las paredes encaladas de Ibiza, haciendo que todo brillara demasiado. Julia bajó del taxi con el corazón apurado: había corrido hasta el aeropuerto convencida de que ya partía, pero al llegar descubrió lo impensable… sus documentos habían quedado en la habitación del hotel.
Volvió molesta, arrastrando la valija. “Cinco minutos y me voy”, se dijo, con esa prisa que suele engañar, sin sospechar que estaba a punto de presenciar la herida más profunda de su vida.
En cuanto se acercó a la puerta de su cuarto, escuchó risas. Risas agudas, crueles, demasiado conocidas. Eran las de sus compañeras de universidad: Anabela, Fátima y Jennifer.
Julia se detuvo, la llave temblándole entre los dedos. ¿De qué se ríen? pensó, con el corazón acelerado. Bastó un segundo para escuchar lo que jamás habría querido.
—¿La vieron a Julia? —se burlaba Fátima, entre carcajadas—. ¡Anoche parecía otra persona! Con ese hombre, pare