Capítulo — El Despertador de Julia
El despertador de Julia no fue un aparato con alarma, sino un torbellino de recuerdos desordenados. Caóticos. El eco de la música aún vibraba en sus sienes, mezclado con el calor de unos brazos que la habían envuelto con una fuerza que la desarmó.
Recordaba fragmentos: la pista, las luces, la sensación de ser arrastrada hacia un vértigo de deseo imposible de frenar. Recordaba a ese hombre, Alejandro… Alejandro Castiglioni, así le había dicho entre risas, con ese acento uruguayo que a ella le pareció tan cercano como extraño. Ese nombre resonaba en su mente una y otra vez, como un eco incómodo que no podía callar.
Había algo raro. Lo sabía. Había sentido la atracción desde que lo vio: esa química repentina, brutal, como si lo conociera desde antes. Pero también había algo más. El ardor en la piel, los besos desesperados, la entrega sin pausa ni medida. Cada vez que pensaban en detenerse, el deseo los arrasaba de nuevo, como si algo los empujara más al