Capítulo — Lluvia y Recuerdos
El teléfono vibró sobre la mesa de noche, con el nombre de “Mis amores” en la pantalla. Nicolás atendió enseguida y puso el altavoz. La voz de Alma, clara y risueña, llenó la habitación:
—¡Papi, mami! Estamos re bien. Martín se portó requetebién anoche, solo lloró un poquito, pero después durmió como un angelito.
Brisa, a su lado, agregó con picardía:
—No se preocupen, que acá los cuidamos nosotras. Somos las hermanas mayores y papis disfruten la luna de miel.
Nicolás se llevó una mano al pecho, conmovido.
—¡Cómo crecieron mis nenas! —dijo, y miró a Anahír con los ojos húmedos.
Desde atrás, se escuchaba la voz de Sofía, con su calma de abuela feliz:
—Quédense tranquilos, que todo está bajo control. Disfruten de estos días, que bien los merecen.
Martín balbuceó algo que sonó a “mamá”, y Anahír no pudo contener la lágrima que se le escapó por la mejilla.
—Te amo, hijito. Te amo mucho —susurró hacia el micrófono, como si el pequeño pudiera entenderlo todo.
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