Capítulo — Plano de Agua y Fuego
La tarde había caído sobre José Ignacio como un telón suave. Desde la terraza, el horizonte se encendía en tonos naranjas y púrpuras que parecían pintados para ellos. El hotel boutique se había sumido en un silencio respetuoso, como si todos los huéspedes entendieran que esa noche no pertenecía a nadie más que a Nicolás y a Anahír.
—Tengo una sorpresa —susurró Nicolás, tomándola de la mano.
La condujo hasta la terraza privada de su habitación. Allí, bajo una pérgola sencilla de madera clara, burbujeaba un jacuzzi. El agua, iluminada por luces suaves, parecía un espejo líquido. Alrededor, pétalos blancos y velas pequeñas titilaban, como estrellas bajadas a la tierra. Una botella de vino blanco reposaba en hielo, dos copas listas a un costado.
Anahír lo miró con una sonrisa que mezclaba picardía y ternura.
—¿Planeaste todo esto, arquitecto?
—Plano perfecto —respondió él, besándole los nudillos—. Agua, fuego y vos.
Ella dejó caer la bata de lino, qu