Capítulo — El Sí en Dos Idiomas
El juzgado de paz de Río de Janeiro estaba adornado con flores sencillas y cintas en tonos claros. No era una ceremonia ostentosa, pero el brillo que llenaba el ambiente superaba cualquier lujo: era la emoción de una familia reunida para celebrar la unión de dos almas que habían encontrado su camino en medio de confusiones, distancia y pruebas.
Sol entró del brazo de su padre, con un vestido blanco sencillo, ligero, que caía suavemente sobre su figura de embarazada. No necesitaba adornos: su sonrisa iluminaba todo el salón. Bruno la esperaba al frente, vestido con camisa blanca, corbata celeste con rayas blancas y un saco celeste claro, llevando con orgullo ese detalle que lo conectaba con su tierra. Desde que la vio entrar, no apartó su mirada de ella, y sus manos buscaron una y otra vez acariciar la pancita donde se escondían sus dos hijos.
El juez, un hombre de voz profunda y pausada, se acomodó los lentes y comenzó la ceremonia en portugués:
—Es