Capítulo — Postales del Amor
El ómnibus blanco esperaba en la esquina, con las cortinas recogidas y los asientos preparados como si fueran parte de una escenografía pensada para la alegría. La familia, mezcla de uruguayos y brasileños, subía entre risas, como si Río de Janeiro ya se hubiera convertido en una extensión natural de sus propias casas. Sandro y David, los hermanos de Sol, se paraban en la puerta contando chistes y haciendo bromas, mientras los niños subían primero: Alejandro con su celular en alto, decidido a filmar hasta el último detalle, y las gemelas Brisa y Alma corriendo de un lado al otro bajo la mirada paciente de Nicolás y Anahír, que los llamaban sin lograr que se quedaran quietas.
—¡Arriba, arriba, que hoy nos vamos de excursión! —gritó Dante con voz de animador de viaje, levantando los brazos como si estuviera al mando de un carnaval improvisado.
El ómnibus arrancó, y con él la música, los cantos y esa complicidad que se genera cuando se sabe que cada inst