CAPÍTULO: Donde empieza el fuego
La noche había caído con lentitud, como si el cielo supiera que algo especial estaba por suceder. En la pequeña casa de Jasmín, el aire olía a verano y a libertad. La brisa entraba por las ventanas entreabiertas, trayendo consigo el murmullo lejano de la ciudad y el perfume fresco de las plantas que ella cuidaba con amor. Las luces cálidas, tenues, dibujaban sombras suaves en las paredes, y la música sonaba de fondo, apenas un susurro melódico que acariciaba los silencios.
Cenaron sin apuro.
Jasmín se había quitado los zapatos y caminaba descalza por la cocina, sirviendo dos platos de pastas que había preparado con lo que encontró en su alacena. Dante la miraba desde la mesa, apoyado en el respaldo de la silla con una sonrisa indescifrable, como si no pudiera creer que estuviera allí. En su vida. En su casa. En su mundo.
—¿Te sirvo más? —preguntó ella, alzando la botella de cerveza con una ceja arqueada.
—Solo si venís con el vaso —respondió él, c