Capítulo – La Basura en la Sangre
La calle parecía reírse de él. Cada bache, cada bocina, cada sombra le recordaban que ya no era el que había sido. Fabricio Castiglioni iba al volante del destartalado auto de Pipo, con la ventanilla baja y la música apagada. Tenía las uñas sucias, el aliento amargo y los ojos llenos de una rabia que no se iba ni con sueño ni con drogas. Ya no podía usar la camioneta de repartos porque Pipo le dijo que si lo metía en líos con la policía lo haría boleta igual tenía que hacer las entregas en esta carcacha vieja .
—Idiotas todos… —murmuró, apretando el volante hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
El hospital apareció como un castillo gris frente a él. Irónico. Antes lo había sentido como un símbolo de respeto, de admiración. Hoy era solo una fachada más que debía sostener para no volver a la cárcel.Era un relojito cumpliendo su pena .
Todavía tenía esa maldita suerte. Esa cadena que lo ataba a Roxana, esa mujer que no valía gran cosa pero que, al