CAPÍTULO: SOMBRA BAJO LA VENTANA
La tarde se cubría de un cielo plomizo cuando Silvia Herrera tocó el timbre en casa de Anahir. Vestía un pantalón holgado color beige, una blusa azul celeste que realzaba su vientre de casi siete meses, y un tapado liviano que apenas la abrigaba del viento otoñal. Tenía el rostro tenso, pálido, los ojos cargados de un cansancio que iba más allá del físico. Tenía miedo por su hijo ,era intuición.
Anahir abrió con rapidez. Llevaba un jean cómodo, una camisa blanca remangada y el cabello recogido en una trenza desprolija. Al verla, no hizo falta preguntar. La hizo pasar de inmediato.
—Sentate, Sil. Te voy a preparar un tecito de tilo Estás temblando—dijo con voz suave.
Mientras hervía el agua en la cocina, Silvia se acomodó en el sillón con lentitud. Se frotó las manos, temblorosas, y observó a las mellizas durmiendo en la cuna doble del rincón. Como siempre, aunque separadas por una pequeña baranda, dormían abrazadas, sus cuerpos pequeños enredados como