CAPÍTULO — Los voy a destruir, uno por uno
Narrado por Fabricio Castiglioni
Fabricio Castiglioni salió del juzgado de familia con el paso firme, pero los hombros tensos. Afuera lloviznaba con persistencia, como si el cielo quisiera lavarle el rostro de esa derrota que ni siquiera reconocía como tal. No lo habían esposado, no lo habían encerrado, pero para él, ese día era una afrenta más. Otra cachetada del destino. Otra humillación disfrazada de "justicia".
No dijo una palabra al salir. Su abogado caminaba a su lado, murmurando algo sobre "ser un relojito", sobre "cumplir con lo pautado", pero él ya no lo escuchaba. Todo lo que tenía en la cabeza era ruido. Zumbidos de bronca. Voces del pasado. Caras que lo habían desafiado y que ahora, para su miseria, sonreían.
Eso fue lo que vieron. Un tipo callado, con la camisa arrugada, los ojos bajos y la mandíbula apretada. Pero por dentro… por dentro ardía. No como una chispa. Como una maldita antorcha.
No lo metieron preso. No es