CAPÍTULO: Volver a Pelear
El amanecer trajo una calma engañosa. En la casa de los Martínez, el silencio era apenas roto por el tintinear de las tazas de café y los suspiros contenidos. Alejandra, con una camisa blanca impecable y el cabello recogido con firmeza, desayunaba en silencio. Damián le sirvió jugo y la miró con ternura. Alejandro dormía en casa de su abuelo, protegido, lejos del eco de lo que ese día significaría para su vida.
Anahir revisaba documentos. Fabián ajustaba detalles de la defensa. Nicolás le colocaba un broche a su camisa como si se tratara de una armadura. Ese día no era uno cualquiera. Era el día en que enfrentarían, una vez más, a Fabricio Castiglioni.
Afuera del juzgado, la familia entera se reunió. Como un frente unido. Como un muro imposible de derribar.
Dentro, la sala de audiencias ya esperaba. El juez, con rostro grave, hojeaba los informes previos. Cuando entraron, el aire se tensó. Alejandra sintió el escalofrío recorrerle la espalda, pero no temb