Capitulo– “La semilla y el escudo”
La tarde había traído consigo una brisa suave que entraba por la ventana de la cocina. Alejandra estaba terminando de ordenar los planos cuando escuchó la puerta abrirse. Alejandro entró primero, con la mochila de la natación colgando de un hombro y el cabello aún húmedo.
—Mamá —dijo, bajando la voz—. Vi al señor ese… al que vos y Damián me dijeron que era mi papá.
Alejandra dejó caer el bolígrafo y caminó hacia él, arrodillándose para ponerse a su altura.
—¿Dónde lo viste, mi amor?
—En la pileta. Estaba afuera… sentado en un banco. Me dijo “hola, campeón” y que me veía más alto. Que pensaba en mí todos los días.
Alejandra sintió una punzada en el pecho. Le acarició el brazo, con calma.
—¿Y qué hiciste?
—Nada. Me quedé quieto. No sabía si podía hablarle. La señora Mariana que estaba conmigo me llevó enseguida al auto.
Alejandra asintió y lo abrazó con ternura, mientras lo tranquilizaba.
—Hiciste muy bien, hijo. Gracias por contarme.
**
Esa misma noc