05:32 hs. - Damián.
Si en ese momento me hubiesen dicho que las últimas siete horas de mi vida podían ser eliminadas de mi memoria, habría aceptado sin pestañar. Estaba exactamente igual que cuando salí del edificio de mi casa escoltado por mis amigos y Zamira. Me sentía igual de mal, igual de perdido y con la misma sensación amarga de no saber qué cojones estaba haciendo en ese mundo. Y todo eso viendo el vaso medio lleno, porque, en realidad, el hecho de contar con cuatro amigos menos me hacía estar mucho peor que al principio. Ya no tenía a quién acudir, ya no tenía en quién confiar... Estaba completamente solo.
Y a todo aquello podíamos sumarle el cabreo monumental que traía encima. Por más raro que pueda parecer, seguía sin entender muy bien el enfado de Laura. O sea, tenía claro que todo había sido porque no quise echarle un polvo, ¿pero por qué me echaba a mí la culpa si la que me había estado dando largas toda la noche había sido ella? Primero con la historieta del miedo escén