Permanezco en silencio durante todo el recorrido hasta que su voz logra sacarme nuevamente de mis pensamientos.
—¿No vas a decir nada? —pregunta.
Estoy aún tratando de asimilar lo que ha sucedido hace unos minutos.
—Dime algo ¿me estabas siguiendo?
—Si.
—¿Desde cuándo?
—Desde que te fuiste de la casa, quería saber dónde estarías quedando, quería asegurarme de que no fuera un sitio inseguro para ti, pude seguirte a ese lugar en el que trabajarías, quise convencerme de que estaba haciendo bien en dejarte sola y cuando estuve por regresarme me convencí de que era una mala idea —arruga su frente.
—¿Y por eso quemaste ese lugar?
—Hazel…
—Me quedaré en la próxima calle —le respondo y él me mira sorprendido.
—Has dicho que vendrías de nuevo a la casa conmigo.
—Lo he dicho porque era la única manera de que pudieras soltar a ese hombre —respondo asustada—. No creí que tus acciones llegasen tan lejos —mi voz refleja mi miedo.
—¿Crees que estaba bien si lo dejaba hacer lo que pretendía hacer? —d