Valentino se ha comunicado hace un par de horas conmigo, su viaje a nueva York ha salido bien. Me he quedado pensativa mi futuro con él y los bebés, mi vista se ha fijado en el mismo punto del techo por varias horas.
Suspiro.
Me doy media vuelta, y solo pienso que lo más importante ahora para mí son nuestros bebés. Sigo sin creer que sean dos.
—Sé que ahora no es un buen momento para su papá y yo —susurro rodeándome el vientre, sé que sienten lo mismo que yo, el mismo miedo. Pero no se preocupen, trataré de que estén bien, de que todos estemos bien. Mamá se los promete.
Cierro mis ojos y me envuelvo en las sabanas, me aferro a las almohadas abrazándome a ellas, quizás quiera fingir que se trata de él. Pero nadie podrá reemplazar la calidez de su cuerpo, sus brazos rodearme, y sobre todo sus ojos, aquellos que siempre me han visto con dulzura.
Valentino es una parte importante, y ahora llevaba dentro de mí la parte más valiosa de ambos y la más amada.
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Ha pasado una semana desde que