Valentino y yo seguimos nuestro camino hasta la mesa en la que se encuentran sentados de nuevo Damiano y Odette, parecen discutir algún tema relacionado con ellos, y en cuanto nos ven llegar se quedan en silencio.
—Es una bonita recepción —digo para romper el silencio.
—Lo es, es muy bonita —responde Odette mirando maravillada la decoración de nuestro alrededor—. Hay muchas flores bonitas y coloridas. Adoro las flores igual que mi hermano —sonríe ella.
—¿Las adoras? —Enarca una ceja su marido—. Es una lástima que en nuestra casa no exista ni una sola.
—Es porque es diferente —responde ella.
—Si quieres un jardín haremos un jardín lleno de flores —dice él y le pasa la mano por la suya pero Odette la retira. Damiano agacha su mirada, le ha dolido su rechazo. Lo puedo ver en sus ojos cafés—. Odette, no hagas esto de nuevo.
—Hazel ¿qué tal el matrimonio? Ya me he enterado por mi madre de que se han casado a escondidas —dibuja una sonrisa y cambia de conversación—. No estoy molesta por si