VIOLA
Seguía allí de pie, entre dos respiraciones que nunca se habían estabilizado del todo desde que Kenny me había llamado mamá. Sentía como si una parte de mí que llevaba mucho tiempo congelada... se estuviera derritiendo poco a poco, pero en el proceso me dolía como si me pincharan toda la piel con pequeñas agujas.
Lucas me agarró la mano con más fuerza, como si supiera que mi cuerpo podía caer en cualquier momento. Su tacto era cálido, estable, pero no dominante, muy diferente al que había recibido en mi matrimonio.
Mientras que Kael... Kael estaba a unos pasos de mí, pero la distancia parecía mucho mayor que el piso de la terraza que nos separaba. Había algo en sus ojos, algo que nunca había visto claramente antes: un arrepentimiento tardío y un amor que ya no se podía expresar con facilidad.
—Necesito... necesito aire —dije finalmente, con la voz casi perdida entre los pequeños temblores que volvían a recorrer mi cuerpo.
Lucas asintió inmediatamente.
—Salgamos un momento. Nece