VIOLA
Kenny estaba allí de pie, con una mirada que era como una tormenta sin rumbo: enojado, herido, confundido, pero también lleno de algo más profundo... algo que siempre había imaginado pero que temía enfrentar.
—Kenny... —lo llamé en voz baja.
Levantó la mano para detenerme.
—No. Ya he oído parte de vuestra conversación. Soy lo suficientemente mayor como para no necesitar que me dejen de lado.
Kael se volvió hacia su hijo.
—Papá solo...
—No —Kenny miró a Kael con dureza—. Papá solo quiere controlar quién habla con quién. Como antes. Como cuando papá confiaba más en Evelyn que en mamá.
Sus palabras tensaron el ambiente en la terraza.
Estuve a punto de decir que el nombre de Evelyn no era algo que debiera repetirse, pero mis labios estaban demasiado rígidos.
Kael suspiró profundamente.
—Kenny, eso fue... hace muchos años.
—Pero la herida no —respondió Kenny rápidamente.
El tono de su voz temblaba. Y, por alguna razón, eso fue lo que más me impactó: que estuviera conteniendo el llant