Gracia

—¿Tú... —tragué el nudo en mi garganta para prepararme y hacer la terrible pregunta—. ....intentaste matar a Tristán?

La mano de Esteban cayó a un lado mientras una mirada fría atravesaba sus ojos cansados.

—Él es todo lo que te importa...

—¿Lo hiciste? —Mi barbilla tembló—. ¿Lo hiciste por mí?

Esteban me miró fijamente a los ojos. No supe qué sucedió, pero en ese momento, la mirada en sus ojos se volvió distante y sentí como si finalmente hubiéramos elegido caminos separados en la encrucijada.

Ya no estábamos al borde, tratando de mantenernos juntos desesperadamente. Ahora sabíamos que no había vuelta atrás, quizás lo supimos cuando intenté matarlo. Tal vez, él se dio cuenta de la verdad cuando casi terminó muerto.

—No. —Esteban negó con la cabeza y apartó la mirada primero—. No tuve nada que ver con su accidente.

El peso sobre mis hombros se alivió, el entumecimiento abandonó mi cuerpo y mis ojos se humedecieron.

Había estado tan asustada. Las voces seguían resonando en mi cab