Gracia
Me puse de pie, lista para defenderme hasta el final. La mujer de la derecha se abalanzó sobre mí.
Levanté el brazo frente a mi cara para protegerme y un jadeo escapó de mi boca cuando la hoja me cortó la muñeca.
Las otras dos me rodearon y me sujetaron los brazos. Me retorcí, intentando liberarme, pero ellas tenían más fuerza que yo. Tiraron de mis brazos hacia abajo, exponiendo mi rostro a la que tenía la navaja. Me retorcí y giré, notando que me lanzaba una mirada despiadada.
El brillo de la hoja parecía aterrador en la oscuridad y mi garganta se secó mientras dirigía la mirada hacia su cara.
Me agarró las mejillas y las apretó con fuerza. —Ahora quédate quieta, perra. No querrás que te saque los ojos.
Apreté la mandíbula y sacudí la cabeza, negándome a dejar de luchar. Me sujetó con más fuerza y acercó la navaja a mi rostro.
Instintivamente, levanté la pierna y le di una patada en el estómago. Ella chilló, tambaleándose unos pasos hacia atrás.
—¡Zorra! —La que me sujetaba po