—¿De verdad ella es Kayla? —todavía preguntó Raquel, presionando sus dientes entre sí. Sin poder creer lo que ve.
—Sí, ella es. —confirmó Julia. Sin darse cuenta del disgusto de su compañera. —Me la envió cuando estuvo en el crucero. Me dijo que ese día se la pasó muy bien con Hugo en la piscina —dijo Julia, recordando el mensaje que su hija le dejó con esa fotografía.
Raquel presiona cada vez más fuerte sus dientes. Casi al punto de romperse uno de ellos. Y es que recuerda muy bien ese día. Cómo el maldito de Hades devoraba con la mirada a esa zorra.
—Qué linda su hija —dijo Raquel de mala gana y solo para no verse sospechosa.
—Gracias —contestó Julia viendo con orgullo la fotografía de su hermosa hija. Raquel observa eso. Pero solo le causa más disgusto. Y la verdad, no está para nada cómoda al lado de esa mujer. A la cual le dan unas enormes ganas de golpear.
—Si me disculpa, tengo que ir al baño —miente Raquel poniéndose de pie.
Caminando a toda velocidad. Alejándose lo más posibl