Hades aprieta la quijada molesto por las declaraciones de su abuelo. Empuña la mano listo para darle un buen golpe, pero se detiene de hacerlo; sabe que si lo hace, puede ser la razón suficiente para ordenarle a su amigo que le dispare a Kayla y no quiere que eso pase.
—Eso es lo único que tenemos en común, el odio hacia el otro, pero que te quede claro que después de esto nunca quiero hablar ni verte en mi vida —le aclaró Hades empezando a caminar.
—Como si eso me importara —respondió Fausto al verlo irse.
Hades solo lo ignora y continúa caminando hasta bajar las escaleras. Caminando a toda velocidad, saliendo de la casa y subiéndose en el auto.
Fausto calma un poco sus nervios y sigue a su nieto. Pero en la habitación de al lado, Javier ha escuchado la conversación que ambos han tenido. Quedándose más que molesto por lo que escuchó. Y no puede creer que la violación de Hades sea obra de su padre. Esto último es la chispa que él necesitaba para hacer lo que su hijo anoche