El sol de la mañana entra por las aberturas de las hojas de palma. Iluminando el interior del refugio improvisado de Kayla. Que con todo el tiempo que ha tenido aquí se las ha ingeniado para hacer una cama con hojas, madera y otros materiales.
La luz impacta sobre los ojos de Kayla, que se abren mirando esa iluminación que lastima ligeramente. Se sienta en su cama improvisada. Dando un bostezo y estirando sus brazos hacia arriba. Sintiendo una satisfacción. Mira a su alrededor contemplando su obra. No es muy cómoda. Pero es mejor que dormir en la intemperie sobre la arena donde los cangrejos se le suben al cuerpo y con sus pinzas la pellizcan.
Se pone de pie colocando cada uno sobre sus desgastadas sandalias de dormir. Que la verdad son un poco calientes y les hacen que su pie sude. Sin embargo, no tiene más. Quizá podría improvisar y hacerse algunas con algún material de la isla. Pero no se va a arriesgar a caminar y que vaya a terminar descalza por los terrenos de esta isla. Co