No duramos mucho tiempo en esta posición, cuando siento que la puerta se abre para dejar entrar a Mena, quien viene más tranquila después de las llamadas que ha hecho. En sus manos reposa una bandeja con comida, imagino que es mi desayuno, el cual no pude terminar cuándo me desmayé por el ataque de pánico. Deja la comida y mis piernas mientras le quita a Gio la carpeta, para entonces poner ese rostro serio qué demuestra que va a dar una orden.
—No has comido nada desde que te levantaste primero come y después te encargas del trabajo.
Obediente comienzo a comer, por fortuna, es un desayuno ligero que no cae para nada pesado. La verdad es que no tengo hambre, pero no quiero discutir con ella cuando acaba de sufrir un susto por mi culpa. A pesar de que doy varios bocados a mi desayuno, me extraña ver que ni Mena ni Gio han comido algo o tomado su café matutino.
—Ustedes también deberían comer. —Digo viéndolos preocupados.
—No te preocupes, Beatrice ya trae nuestras comidas junto c