—¡Señor Santillano, señor Santillano!—Aurora se esfuerza en hablar porque Rubén está conversando por teléfono.
Rubén interrumpió para atender a Aurora:
—¡Disculpa!...¡Dime Aurora!
—¡Quería saber si le traigo algo más!
—¡Ah no querida, estoy bien por los momentos!
Aurora se retira y Rubén continúa conversando con su abogado por teléfono.
—¡Cómo te decía Martinez, quiero hacer mi testamento por eso me interesa ir a Venezuela lo más pronto posible, y también necesito que me ubiques un apartamento pequeño; ¿cuento contigo para eso?
—¡Por supuesto Santillano, tu me dices, para cuando más o menos te acercaras por acá!
—¡La semana que viene, el martes más tardar, debo llegar, y si te agradezco Martinez que seas discreto!
—¡Por supuesto, así será, nadie lo va a saber!
Rubén ya tiene trazado un plan, llegar a Venezuela y después que arregle algunos asuntos legales, está pensando llenarse de valor y buscar a Amapola.
****
Pasaron las horas, son las seis de la mañana y en media hora