Reishel aprendió a defenderse en la vida un día conoció a un hombre muy atractivo Mauricio Villacastin CEO muy rico con empresas del medio musical. Reishel se cruza en su vida ella lo salva y de qué manera,...después a él se le ocurre proponerle algo...¡Que jamás imaginó! El ha corrido el mundo, pero Reishel, Reishel es... ¡el amor de su vida!...
Leer más¡Truena fuerte!, aguas abajo, está lloviendo a cántaros y parece que no escampará, sin embargo, nada puede detener el torrencial aguacero; como tampoco la campal discusión tan estruendosa como la tormenta, que azota la casa humilde de una abnegada mujer compungida por la batalla emocional que tiene con el que fue y ha sido el amor de su vida; en estos momentos la acaba de sorprender la vida…no puede ser posible…no puede ser posible lo que está viviendo….
Fred Limver mira hacia atrás por última vez, con los ojos llenos de pesar. Su hija, Reishel, lo observaba con lágrimas en los ojos, sin comprender por qué su padre se iba. Fred gira, retrocede para acercarse a ella y acarició su cabello pelirrojo con ternura. —¡Papito!...¿Estás enojado?...¿Porque dices que te vas? —Reishel, cariño, ¡no llores!. Papá tiene que irse, porque tengo mucho trabajo, pero te prometo que volveré para leerte tus cuentos favoritos antes de dormir!,— susurró Fred, sintiéndose cobarde más que nunca, hablando con la voz entrecortada, cargada de culpa y de dolor. Reishel lo abrazó con fuerza, aferrándose a él como si pudiera evitar que se fuera. Amapola, la madre de Reishel, observaba la escena con una mezcla de tristeza y decepción. Fred se separó con delicadeza de su hija y le prometió una vez más que regresaría. Con un último vistazo, ya había decidido irse bajo la lluvia, con la determinación de no mirar atrás. Amapola bajaba la mirada, impresionada por lo que le estaba pasando, lágrimas rodaban y abrazó a Reishel que gemía con fuerza contra su vientre, mientras veía a Fred con un morral cargado y dispuesto a salir en medio de la lluvia y de la oscuridad. Pero Amapola conserva un hilo de luz, cree que no lo hará, que lo que dijo de irse para siempre, es momentáneo y le alza la voz…. —¡No puedes irte así mi amor!...¡Tu me trajiste para este lugar!...¡Tampoco puedes culparme a mí por lo que está pasando, Fred!...¡¡Todavía no entiendo por qué estás actuando de esta manera!!, ¡Detente por favor!!— exclamó Amapola con desesperación, con su voz ahogada de angustia y de dolor. Los ojos de Fred reflejaban una tormenta de frustración mientras replicaba: —Ahora no entiendes nada, ¿verdad?—La cortina de agua ruidosa bajaba con sus relámpagos— ¡si no hubiese sido por ti y tus tonterías, no estaríamos en esta situación! Me has arrastrado a esto con ¡tus dudas, tus celos, tus sospechas y tu curiosidad sin sentido!, ¡ya no te soporto Amapola! —su tono estaba impregnado de amargura y resentimiento—¡Es demasiado tarde para explicaciones! ¡No puedes comprender la situación en la que nos has metido! Tendrás que arreglártelas sola por ahora—murmuró Fred de forma cobarde, realmente no sabía que decir, no había algo convincente que le pudiera inventar; sabía lo que estaba haciendo y que no tenía perdón, pero no le quedaba otra alternativa. Terminó desapareciendo con su morral en la mano, en la oscuridad de la noche lluviosa; dejando a Amapola desconcertada y aterrada por el repentino giro del acontecimiento. Fred sabía muy bien lo que hacía. Ahora lo espera una mujer —¡Vamos no podemos perder tiempo, la policía te está buscando hasta por debajo de las piedras y mi amigo el cirujano tiene todo preparado para realizar la operación! —¡Perfecto, entonces vamos!... Salieron y abordaron un vehículo vía al consultorio del cirujano plástico que le cambiaría el rostro a Fred y de ahora en adelante tendría una nueva identidad. Dejando atrás sin ningún escrúpulo un pasado de pobreza y miseria. Su vida daría un giro dramático de pobre a rico, tomaría las riendas de dos mundos, uno licito y otro lleno de trampas y mentiras, pero la vida te da lecciones, el tiempo corre y los años como ríos acaudalados llegan cargados con aquello que dejamos atrás…¡el día menos pensando! Años después… Mauricio Villacastín es un CEO de las empresas TDK, una corporación con una trayectoria muy exitosa; promociona talentos de la música. Ya muchos artistas ampliamente conocidos han sido seleccionados en los casting realizados en sus estudios de grabación; y está casado con una mujer unos cuantos años mayor que el, la cual lo ayudó a escalar y a tener éxito como empresario; iba saliendo de una reunión en una emisora de radio, aborda su camioneta, y antes de que cerrará las puertas… Reishel una bella pelirroja de 25 años… pasando un tanto despreocupada por la calle, es testigo de un atraco, el empresario estaba afuera, recostado de espalda, siendo apuntado; y de forma cerrada, lo interceptaron, lo habían hecho bajar de su camioneta, bajo un muy serio disimulo. Mauricio Villacastín venía de reunirse con unos artistas que planeaba promocionar en la emisora dónde se encontraba, salió de allí, abordó su camioneta de lujo negra, se disponía arrancar pero unos bandidos lo estaban esperando; lo tenían divisado, porque sabían que Mauricio Villacastín era un gerente de mucho prestigio, y era lógico que cargara con objetos de mucho valor y hasta pensaban llevarse la camioneta, que estaba en el estacionamiento del Mall Center….. Pero Reishel no duda en tomar acción y sin pensar aceleradamente, se les fue encima; al que estaba armado lo agarró por detrás dándole un mandoble certero con la rodilla por la espalda… —¡Jup!— ¡y sin miedo y facilito,! le quitó el arma… —¡Dame acá!...y lo apuntó, de inmediato, no perdió ni un segundo y estiró la pierna muy segura, pateó al otro que ya planeaba salir corriendo pero no tuvo tiempo porque la pierna de acero de Reishel lo alcanza por la ingle… —¡Jup!— lo tira al suelo, sin descuidar el arma en posición, nunca dejó de apuntar. Reishel no tenía intención de disparar, al menos que no le dejaran otro camino, que hacerlo en defensa propia; pero si quería intimidarlos, ella esperó, estaba preparando su segundo set de golpes que podían traer nefastas consecuencias; y desde las afueras se oyó una alarma, los maleantes aún más nerviosos, se sintieron neutralizados, miraron para todos los lados, al ver la cara de Reishel muy segura y decidida…prefirieron dar la media vuelta y salir corriendo… —¡Cobardes!... Reishel voltea y se encuentra con la cara pálida de Mauricio, un hombre fornido y con unos bellos ojos azules... pero Mauricio seguía con las manos arriba, y estaba bajo shock... Reishel sonríe muy animada y ella baja los brazos de Mauricio con el arma... y le pregunta... —¿Cómo está, cómo se siente?... Mauricio estaba muy perturbado, quedó tambaleando y muy sorprendido… una muchacha tan bella, con esa cara y ese pelo, le acaba de salvar la vida, dando la pelea como un hombre… —¡Vaya!, todavía no salgo de mi asombro!...—se sacude las manos, —¡Waooo!, ¡Uff!..en verdad; ¡no sé cómo agradecerte!... Mauricio le habla de esa forma, por todo lo que acaba de pasar... —¡Eh ... no sé si será muy atrevido de mi parte, pero...¿puedo invitarla a un café?! Ella le responde... —¡Lo importante es…que usted se encuentre bien! —Reishel, le entrega el arma. Mauricio mira su mano y lo asalta un reflejo inconsciente y se echa para atrás… —¡Ah okey!.. Reishel se sonríe, se notaba todavía su nerviosismo, Mauricio saca un pañuelo de su bolsillo y la envuelve con suavidad. —¡Soy sincero, no tengo interés de tomar el volante!, ¿sabes manejar? —Es compresible, ¡Está bien yo lo llevo! Reishel aprendió a manejar con su tío Daniel, el siempre le decía, que aunque no tuviera carro, era muy importante que aprendiera y el cuando podía le prestaba su Jeep, que a Reishel le fascinaba; muchos sábados se la pasó con su tío Daniel y los aprovechó para aprender, y lo hizo realmente rápido, hasta que el lo vendió porque decidió emigrar buscando nuevos caminos. Se escucha el encendido y Reishel acelera la camioneta que estaba tan nueva que parecía recién sacado del concesionario. —¿Tenías tiempo que no manejabas? —¡Si, jamás me imaginé que hoy me tocaría hacerlo!; ¡ni por un segundo!,...—Reishel prosigue para expresar su parecer—¡Usted es un hombre que se maneja en un medio de mucho dinero!…¡Por eso lo tenían en una cacería!...¿Dígame, dónde cruzo?... —¡Vamos para la avenida… vía centro comercial La Cascada! —¡Up!...¡Esas son palabras mayores, eso es otro mundo, por Dios! —¡Si no estás muy ocupada, acompáñame a tomar algo!, después de lo que pasé, necesito compañía, y no me quiero deshacer tan rápido de mi ángel guardián…¡No me vayas a despreciar por favor! Reishel manejaba y lo miraba de soslayo, pero él, se le había adelantado, ya, el le había hecho la geometría completa, se dió cuenta a pesar del nubarrón del mal momento, que una pelirroja espectacular le había dado una lección de vida en solo unos segundos, y Reishel pensó que no estaba de más tener una persona interesante y con encantos a la vista, en su lista de buenos amigos. —¡Estamos llegando!, estaciónate en ese frente, allí donde dice…El Mesón Denubes… —¡Muy bien! Reishel se estaciona y apaga el motor… Mauricio levanta el brazo derecho para darle la mano… —¡Mucho gusto, me llamo Mauricio Villacastín!—le dice con una mirada dulce y una sonrisa amplia… —¡Encantada Reishel…! —¿Reishel solo? —¡Reishel Limver! —¡Ese apellido es muy bonito, eres hija de extranjeros! —¡Ehh no! —¡Bueno de todos modos! ¡Un placer conocerte…de verdad…! ¡Espero que podamos ser buenos amigos! Reishel con los ojos brillantes le responde… —¡Yo también lo espero! —¡Vamos Reishel!...—llegan al lugar.. se sientan... —¿Qué te gustaría comer? Reishel se queda pensativa… —¡Te digo algo! ¡Escoge por mí!, ¡en serio!—le habla Reishel con su voz graciosa y ronquita,—¡No estoy acostumbrada a este tipo de atenciones!... y mi vida es muy, pero muy sencilla, si como algo, fuera de casa, es en un vagón de comida que queda a unos cuantos metros de la parada donde yo vivo, en los casos muy buenos, aunque no es muy aconsejable para el físico y la disciplina que llevo; ¡pero a veces!…pido una hamburguesa doble todo y refresco; ¡y es…¡lo más gourmet que he comido en los últimos tiempos!... —¡Pero aunque no lo creas en este sitio también venden hamburguesas…así que, ¡vamos a pedir hamburguesas a mi también me encantan!, doble queso, y doble todo con refresco!...¿Qué te parece?.. —¡Súper bien! Mauricio llama al mesero… —¡Sí dígame señor Mauricio!, —él era ampliamente conocido en el lugar y lo trataban como de la casa! —¡Me va a traer unas hamburguesas! —¿Unas hamburguesas señor? —¡Si!...Me trae unas hamburguesas doble todo! ah…y con papitas fritas con sus refrescos—le dice Mauricio muy sonriente, enseguida gira para comentarle a su invitada… —¿Sabes Reishel?, esa vida que tú llevas, como tú dices, muy pero muy sencilla…¡yo te la envidio! —¡Nooo! a usted, se le ve por encima que no debe tener por qué quejarse!... ¡Usted lleva una vida, y sin preguntarle muchos detalles, debe ser una vida de Rey…! —¡Bueno…si…pero no! —¡Si pero no!, todo lo que tiene es caro, y me disculpa lo ordinaria que le puedo parecer, pero hasta la estela de perfume que deja, cuesta unos cuantos…—Reishel mueve los dedos recordando el dinero—¡No creo que usted sepa lo que es la envidia!—¡Por cierto!, ¿como se está sintiendo? —¡Mucho mejor Reishel, ya con este ambiente, esa música instrumental de fondo de puro saxofón..., y una chica joven y bella como tú!...¡mejor imposible! El mesero llegó con los refrescos. —¡Cuéntame Reishel, y ¿cómo aprendiste a pelear de esa manera?, ¡y sin miedo, eres muy valiente! —¡Es una larga historia!…es que…bueno si…¡siempre fui peleona! Llegaron las hamburguesas, se caían de deliciosas, el queso cheddar descendía por los lados, a Reishel se le contrajo el estómago…y dijo… —¡Dios!...¡que hermosura! Mauricio estaba feliz le encantaba la espontaneidad de Reishel…ella, no espero dos veces para irse sobre la de ella, abrir su boca y cerrar los ojos y después voltearlos… —¡Mmmmm que delicia, habló con la boca llena!, tragó y tomó un sorbo de refresco—¡Esto si es una hamburguesa! Reishel está feliz, compartiendo con un CEO del medio musical; y el se siente que está tratando con un ser extraordinario que nunca imaginó que pudiese existir, una muchacha peleadora que lo salvó de un atentado como si fuera un agente entrenado de la policía. —¡Te deben querer mucho por tu casa, así como me salvaste a mi, debes haber tenido seguramente muchos casos parecidos al mío!... —¡Siii, muchísimos, nada más saliendo hoy de la casa le di una pela a unos bribones que estaban robándole la cartera a mi vecina, ¡pobrecita!...¡una viejecita!, que de broma sale a la bodega, y los mandé a la policía, ahora están presos!—vociferó y mordió de un zarpazo su hamburguesa. —¡Reishel de todas formas te estoy muy agradecido, ¡y por favor!...¡anota mi número! y cuenta conmigo, tú me salvaste, pero si me preocupas… —¡Bueno… Si…entiendo…pero yo no me acobardo, siempre pelearé y defenderé a quien lo necesite—¡y toma su refresco! —¡Bueno brindemos por eso Reishel! Los nuevos amigos chocaron sus botellas, pero Mauricio no dejaba de detallar esta mujer, que tuvo la suerte de conocer hoy, bella con esa melena roja, y esa fuerza corporal… —¿Y cómo es ese medio artístico?...¡Me dijo que tiene una empresa, y es raro cuando tiene tiempo! —¡Si tengo una corporación y trabajo con talentos de la música, muchos famosos han sido descubiertos por mi firma y ahora están en el mundo del espectáculo y son como mis hijos! —¡No me diga! ¡Entonces usted ha descubierto a muchos artistas del reggaetón! —¡Sí y de otras tendencias! —¡No te gustaría cantar! —¡Nooo! Nunca, lo mío es mi clínica de mascotas, soy médico veterinario, además de paramédico y estuve en un cuerpo de bomberos. —¡Ayyy me sorprende y qué buena noticia, entonces Billboard ahora tiene una bella especialista! —¿Billboard quién es? —¡Mi perro guardián es un pastor alemán y lo amo! —¡Ay Billboard me encanta, me gustará conocerlo! —¡Bueno si después de la hamburguesa, no tienes nada que hacer, podemos ir a mi casa y así lo conoces! —¡Bueno...Déjame, pensar, déjame ver, tengo una paciente para las cuatro de la tarde—Reishel revisa su agenda en el celular,—¡Pues… Mauricio te digo algo, si, y si vamos a ver a Billboard!...¡Me encantará! Mauricio tomó un tono raramente rojo en las mejillas y se llenó de entusiasmo, Reishel tenía una energía fresca, jovial llena de fuerza y seguridad, lo hacía vibrar sin mucho esfuerzo era realmente diferente, lo entusiasmaba, conocer a alguien como ella, era el inicio de una bella amistad. Mauricio se levantó; hizo como siempre; se fue hasta la oficina administrativa y abonó a su cuenta, dando las gracias por el trato recibido. —¡Vamos Reishel! Reishel tomó su bolsa al hombro y miró al distinguido señor que la estaba conduciendo hasta la puerta con un estilo muy caballero, algo también para ella muy poco conocido en el ambiente de su vida.El salón de la notaría, un espacio rectangular con paredes revestidas de madera noble y retratos con juristas históricos, estaba impregnado de una solemnidad que contrastaba con los rayos de sol matutinos que se filtraban por los altos ventanales. La luz danzaba sobre el suelo de mármol, iluminando motas de polvo que flotaban como partículas de nostalgia. Reishel, vestida con un sencillo vestido azul marino que recordaba el océano al atardecer, entró del brazo de Mauricio, quien también lucía muy elegante . Detrás, Amapola, caminaba con pasos meditativos, mientras Marisol, su amiga de infancia, sostenía un rosario entre sus dedos temblorosos. Al otro lado de la mesa de roble, Kathlyn —en silla de ruedas, con una manta cubriendo sus piernas— mantenía la mirada baja, fijándose en las vetas de la madera como si buscara respuestas en sus grietas. Lorenzo, con traje y corbata azul ajustaba el cojín tras su espalda con movimientos meticulosos, evitando que su mirada se cruzara con la de Re
El grito de Reishel resonó entre los escombros humeantes mientras el cuerpo de Úrsula se estrellaba contra el pavimento. La multitud enmudeció, algunos cubriéndose los ojos, otros grabando con sus teléfonos el macabro espectáculo. Reishel, cubierta de ceniza y con lágrimas limpiando surcos en su rostro, se tambaleó hacia atrás, repitiendo entre sollozos: —¡Lo intenté… Quería salvarla, pero me odiaba tanto que prefirió morir…! Un bombero, con su cara ennegrecida por el humo, la tomó de los hombros con firmeza. —Lo sé, amiga. Todos vimos lo que hiciste. Fuiste valiente—dijo, intentando transmitirle calma con su voz ronca. Antes de que Reishel pudiera responder, unos brazos fuertes la envolvieron. Mauricio, con el traje desgarrado y el cabello revuelto, la estrechó contra su pecho. —No fue tu culpa, amor. Hiciste lo que pudiste—susurró, acariciando su cabeza mientras ella se desmoronaba. El mundo pareció detenerse en ese abrazo. Reishel, agotada, permitió que la guiaran hacia
Con destreza criminal, Úrsula desconectó los sistemas de emergencia y sobrecargó los circuitos principales. Insertó un dispositivo en el panel central, programado para activarse tras diez minutos de transmisión en vivo. Sus uñas rojas, afiladas como garras, ajustaron un cable suelto cerca de un extintor vacío…—”¡Arderán como cucarachas!..”, —susurró, dejando caer la botella de líquido detrás de un cortinaje. Al salir, se ajustó el velo y susurró al aire: —¡Bueno Mauricio ahí está lo que querías! Mientras Úrsula se regocijaba dándole forma a su plan ardid, Barry Sugma el detective privado de Rubén Santillano o Fred Limver, sigue encorvado sobre su moto, observando a Reishel desde una esquina del estacionamiento. Su teléfono vibró: —Jefe, Reishel está parada en la acera del frente de las Torres TDK… Parece que tiene intenciones de entrar en el evento —informó, mordisqueando un chicle. Rubén Santillano contuvo la respiración. Las Torres TDK en este día auspicia a su gente querida,
La moto de Reishel rugió como un animal herido al despegar por el camino polvoriento, dejando atrás la casa de Marisol y el eco de las lágrimas de Amapola. El viento le azotaba el rostro, mezclando el salitre de sus lágrimas con el polvo del camino. ¿Cómo pudo mi madre?,— se repetía, cada curva del trayecto afilando el filo de su rabia. En el retrovisor, una silueta en otra moto mantenía distancia, pero Reishel, sumergida en su tormenta, no notó los faros persistentes de Barry Sugma.Barry ajustó los guantes, y sentía un sudor frío recorriéndole la nuca. La pelirroja manejaba como si el diablo la persiguiera. Por orden de Rubén, debía informar cada movimiento: "...Giró hacia la Ruta 34... Parece dirigirse al centro comercial... No, espere, desvió hacia el barrio antiguo…". Cuando Reishel frenó bruscamente frente a una casa de techos verdes, Barry estacionó a media cuadra, observando tras un quiosco. Una mujer joven salió a recibirla: Neyla, con un schnauzer blanco que ladraba de feli
El sobre blanco resbaló de las manos de Reishel y aterrizó en el suelo con un crujido seco. Las palabras de Rubén Santillano —su padre— parecían arder en el aire, cada letra un recordatorio de la traición más íntima. Amapola, de pie frente a ella, retorció el delantal entre sus dedos temblorosos, mientras Marisol, la madrina, se refugiaba tras la puerta de la cocina, muda ante el huracán de emociones. —¿Cuánto tiempo llevas viéndote con él? —preguntó Reishel, su voz un filo que cortó el silencio. El sol de la mañana se colaba por la ventana, iluminando el polvo que danzaba entre ellas como testigo mudo. Amapola bajó la mirada. Una lágrima cayó sobre la mesa de madera gastada. —Desde que que empezaste a quedarte donde los Monteros… Él insistió tanto, hija. Iba a la iglesia, hablaba con el padre Miguel… Juró que solo quería compensar el daño. —¡Y tú le creíste! —Reishel golpeó el tope de la cómoda con la palma de la mano, haciendo saltar los adornos—¿Olvidaste que nos dejó morir
La tormenta emocional que había vivido en el último tiempo comenzaba a calmarse, y, por primera vez en semanas, sentía que quizás era hora de dar un paso hacia adelante. —Quizás debería visitarlos —murmuró para sí misma, recordando a la familia Montero. A pesar de las complicaciones que hubo, la cercanía que había compartido con ellos la hacía sentir que aún había un lugar al que podía regresar.Tomó su teléfono y pensó en llamar a Juan José, pero se detuvo. La última vez que había estado en la caballeriza, las cosas no habían terminado bien. Sin embargo, el deseo de sanar y no dejar heridas abiertas fue más fuerte que su miedo.Decidió que sí, que iba a ir. Apuntó en su libreta las cosas que necesitaba llevar y se dirigió a la caballeriza. Cuando llegó, los aromas del campo la envolvieron y le recordaron los días felices que había pasado allí.—¡Reishel! —exclamó Eloísa, la madre de Juan José, al verla entrar. Su rostro se iluminó con una sonrisa. —¡Qué alegría verte otra vez!—¿Có
Último capítulo