Jamás en mi vida imaginé, a los veinte años, perder a mi madre y sentarme en una silla escuchando los “Mis pésames” de la gente. Ni siquiera vi quién estaba allí. Mi cabeza daba vueltas y vueltas y todavía sentía que nada de esto era real... Que me despertaría al día siguiente y todo estaría bien y mi mamá conmigo.
Renuncié a Nicolás. Él no devolvió. Y me di cuenta en ese momento que no le importaba. Si pensaba que debía ignorarme y no estar conmigo cuando más lo necesitaba, no me merecía.
Le pedí a Lorraine que avisara a mi padre en el hotel y así lo hizo. Esperaba que apareciera para disculparse con mi madre y despedirse. Pero no lo hizo.
Cuando vi a Alissa, Val y Dani, sentí que mi corazón latía tan fuerte que no pude resistir las lágrimas. No dijeron nada... Sólo me abrazaron, en un “abrazo cuádruple”, como solíamos llamarlo. Sentirlos a mi lado en el momento en que mi corazón deseaba tanto acurrucarse era lo mejor que me podía pasar. No importaba el tiempo que pasara o que no nos