8. Entre sombras y luz
La luz que se filtraba entre las cortinas era suave, cálida, casi engañosa.
Valentina abrió los ojos lentamente y lo primero que notó fue que no estaba en el sofá. Estaba envuelta en unas sábanas limpias, de algodón suave, y el olor a madera y café recién hecho flotaba en el aire.
Se incorporó despacio, parpadeando, intentando recordar cómo había llegado allí. Lo último que recordaba era haberse recostado en el sofá… y después, nada. Una sensación extraña, mezcla de incomodidad y agradecimiento, se instaló en su pecho.
Se levantó, encontró sus zapatillas junto a la cama y salió de la habitación.
El crujir de la madera bajo sus pies fue el único sonido hasta que llegó a la sala.
Luca estaba sentado en un sillón, descalzo, con una taza de café en una mano y un libro abierto en la otra. No la miró de inmediato, pero su voz profunda rompió el silencio.
-- Buenos días. --
-- ¿Cómo llegué a tu cama? -- preguntó ella, cruzando los brazos.
-- Te quedaste dormida en el sofá. Sin mantas. -- dio