9. El enemigo invisible
Luca le había dado la llave a su privacidad. Pero no sabía que, en las manos equivocadas, un gesto de confianza podía convertirse en un arma
La mañana siguiente en la cabaña se desplegaba con un silencio distinto, casi expectante. El aire fresco traía el olor de la madera y el césped húmedo, mezclado con el leve aroma a café recién hecho. El sol se filtraba entre las cortinas como una caricia tibia, pintando franjas doradas en el suelo de madera.
Valentina abrió los ojos lentamente, notando que estaba sola. Las sábanas aún conservaban el calor, pero había algo en la ausencia de Luca que la empujó a ponerse de pie de inmediato. Se calzó despacio, con la sensación de que algo latía más fuerte en su pecho que su propio corazón.
Al salir de la habitación, lo encontró en la terraza junto a la piscina. Llevaba una camisa negra arremangada, pantalones oscuros y la tensión dibujada en la mandíbula. Sujetaba el móvil en una mano y un vaso de café en la otra. Su voz era baja, pero la forma en l