46. Nuevos reflejos
A veces, el destino se refleja en un rostro desconocido que, sin buscarlo, nos roba el aire.
La oficina de Valentina olía a café recalentado y a tinta de impresora. Las persianas estaban a medio abrir, dejando entrar un sol tímido que iluminaba los papeles desparramados sobre el escritorio. Era viernes por la tarde, y aunque Valentina trabajaba concentrada en una nueva nota, su amiga Giulia estaba sentada en el sofá pequeño de la oficina, hojeando una revista con gesto aburrido.
-- Tienes que admitirlo, Valen, tu agencia es un desastre adorable -- bromeó Giulia, cruzando una pierna sobre la otra. -- No sé cómo logras escribir entre tanto caos.
Valentina levantó la vista de la computadora, rodando los ojos.
-- Es un caos organizado. Yo sé dónde está todo.
-- Claro… -- respondió Giulia, alzando una ceja mientras señalaba una pila de papeles que amenazaba con caerse. -- ¿Entonces esa montaña es parte de tu sistema secreto?
Valentina soltó una carcajada breve y negó con la cabeza.
-- No v