16. La madre de piedra
No todos los monstruos rugen; algunos tocan piano con las manos heladas.
Viaje a Sicilia
El rugido suave de los motores privados llenaba el silencio entre ellos. Valentina estaba sentada junto a la ventanilla del avión, observando el cielo despejado que se extendía como un océano interminable. En otra circunstancia, aquel viaje podría haber parecido un sueño, lujo, comodidad, copas de cristal llenas de champán. Pero la tensión que se respiraba entre ella y Luca lo teñía todo de gris.
Luca revisaba unos documentos, como si cada página fuera un escudo contra la incomodidad de estar cerca de ella sin hablarle. Vestía de negro, impecable, con el gesto duro y concentrado. Valentina lo miró de reojo, ni un comentario, ni una broma, ni siquiera esa manera suya de provocarla con miradas que no decía nada, pero lo sugerían todo.
-- ¿Sicilia, entonces? -- preguntó finalmente, rompiendo el hielo con un tono neutro.
Luca levantó la vista, la observó apenas un segundo, y volvió a bajar la mirada a