XXXV Vergüenza

Por la mañana, Sheily despertó entre las cobijas que olían a Zack y sonrió. La follada con él había estado regular tendiendo a mala, pero dormir en su cama había estado fenomenal. No se despertó en toda la noche y ni se percató de su presencia. Ahora sí que se sintió como una princesa.

Tomó nota mental de las marcas del colchón y de las sábanas antes de levantarse envuelta en la manta para buscarlo. Dio algunas vueltas, subió escaleras, bajó escaleras y llegó a una estancia donde encontró la primera foto de Edward desde su llegada.

El importante Edward Bertram que había fundado un imperio posaba orgulloso en el frontis de la compañía.

*—La disciplina requiere de autocontrol. Tu mente debe estar por sobre tu cuerpo, pero se puede acceder a ella a través de él, se la puede disciplinar disciplinando a tu cuerpo, es la forma más sencilla de dominación y también la más básica.

—¿Se refiere a los castigos? —supuso Sheily, oyendo la plática de Edward cuando debían estar revisando unos inf
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