Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio en el vasto y cavernoso almacén era denso, cargado con el peso de la historia y un odio de veinte años. La sonrisa de Silvio Romano era la de un hombre que ha saboreado su venganza en la mente mil veces y finalmente la encuentra servida en bandeja de plata. Marco Bellini, a su lado, observaba con la fría y desapegada curiosidad de un científico a punto de diseccionar a sus especímenes, calculando su valor.
—"Rendición incondicional" —repitió Alessandro, su voz era un murmullo bajo y peligroso, desprovisto de miedo. Era la calma del ojo del huracán—. Son palabras muy grandes para un lacayo exiliado y el hijo de un hombre que no pudo ganar su propia guerra.
—Las circunstancias han cambiado, muchacho —replicó Romano, disfrutando del intercambio, saboreando su posición de poder—. Tu padre era un sentimental, cegado por un honor mal entendido. Tú... t







