Capitulo 49. El Nacimiento de la Cazadora
El amanecer en el búnker no trajo consigo la luz, solo un cambio del negro al gris. La intimidad frágil y silenciosa que se había forjado en la oscuridad se disipó con la primera insinuación del día. Alessandro se había retirado a su despacho horas antes, volviendo a ser una isla de silencio helado, dejando a Isabela sola con el eco de su confesión y el calor fantasma de su toque.
Pero la Isabela que se levantó esa mañana era diferente. El voto silencioso que había hecho en la oscuridad no había sido un impulso emocional. Había sido una recalibración. Su misión, antes difusa y centrada en su propia supervivencia, ahora era singular, precisa como la punta de un bisturí: encontrar y destruir a Silvio Romano.
Y sabía que tenía que hacerlo sola. Tenía que operar desde las sombras, protegiendo a un rey herido que no podía saber que estaba siendo protegido.
Volvió a la sala de control, el espacio ahora su dominio. Como había previsto, estaba vacía. Se sentó en la terminal principal y comenz