Capitulo 32. La Caza Inversa
La paranoia es un veneno lento, un ácido que corroe los cimientos de la certeza. Para un hombre como Alessandro, cuyo mundo entero estaba construido sobre el control absoluto, la calma impenetrable de Isabela era la toxina más potente de todas. La observaba a través de la red de cámaras de seguridad del búnker, una red invisible de la que ella era plenamente consciente y que, de alguna manera, parecía haber vuelto en su contra. La observaba trabajar en la terminal, sus dedos moviéndose con una eficiencia hipnótica, su espalda recta, su lenguaje corporal desprovisto del miedo o la tensión que habían sido sus compañeros constantes. La veía moverse por los espacios austeros del búnker con una nueva agilidad, una confianza tranquila que lo crispaba hasta la médula.
No era la confianza de alguien que planea escapar. Eso lo habría entendido. Habría sido un desafío que podría enfrentar, un juego cuyas reglas conocía. Pero esto era peor. Era la confianza de alguien que ha decidido quedarse, q