CAPÍTULO 22. ESE HOMBRE ES GIORDANO MASSARI

Mía sintió movimiento a su alrededor y trató de abrir los ojos a pesar de que el sueño la arrastraba con fuerza. Tras ella se sentía el vacío de Leo en la cama, así que se obligó a abrir los ojos. Lo vio moverse con rapidez y precisión por todo el cuarto, moviendo cosas hacia…

Se restregó los ojos con la palma de una mano mientras se incorporaba, sosteniendo la manta contra su pecho. Leo no decía una palabra, pero a los pies de la cama había dos maletas abiertas. Mía lo observó en silencio hasta que él la miró con el rostro ensombrecido.

—Guido está aquí —lo escuchó murmurar con voz indescifrable.

—¿Qué? —Mía saltó de la cama y empezó a buscar su ropa interior—. ¿Por qué no me dijiste…?

Se detuvo aún envuelta en

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